El concepto de tolerancia hace referencia a la capacidad de aceptar a los demás como son, expresado a través de un trato respetuoso y amigable. Suele utilizarse en un contexto cultural para hablar de la necesidad de aceptar a aquellas personas que tienen una cultura, religión o costumbres diferentes a las nuestras.
La tolerancia hace referencia al reconocimiento de la diferencia y es un valor indispensable para vivir en armonía, no sólo en una sociedad democrática sino en cualquier tipo de estructura social, y ha sido analizada desde diferentes disciplinas para comprender sus características y aportes a la vida en comunidad.
En el contexto de lo moral, la tolerancia es un valor que exige de quien la practica la comprensión de que el mundo es mucho más amplio de lo que parece; asimismo, la moral afirma que todas las personas por el hecho de haber nacido tenemos derecho a vivir libremente. La tolerancia, entonces, se presenta como la aceptación de esta idea básica y la apropiación de la propia libertad y la aceptación del derecho ajeno a tener creencias y a vivir de forma diferente a nosotros.
Llegados a este punto podemos hablar de tolerancia social para referirnos a la cualidad que deben tener los ciudadanos para vivir en armonía con otros individuos aunque no compartan con ellos sus creencias, opiniones o sentires. Es evidente que la tolerancia es un valor fundamental si se quiere vivir en sociedad.
Desde la filosofía política se hace muchísimo hincapié en este valor cuando se habla de la búsqueda de la maduración de las sociedades puesto que se considera que es a través de la aceptación de que todos somos diferentes como se puede alcanzar la igualdad legal y política. Sin duda, se trata de un concepto fundamental y muy amplio, dependiendo de la perspectiva desde la cual se lo analice.
Cuando se trata de respetar la expresión religiosa de otras personas, sus necesidades espirituales y todo lo referente a sus creencias se habla de tolerancia de culto. En una sociedad abierta todos los habitantes tienen derecho a vivir su espiritualidad como lo deseen, de ahí que la tolerancia de culto esté estipulada por ley. Dicha cualidad se manifiesta a través de diversos privilegios como jornadas libres en las fechas festivas de la religión que se practique, por ejemplo.
La intolerancia es la cara opuesta a este concepto y se define como el rechazo irracional de lo diferente. Desde un punto de vista sociológico, la intolerancia es una enfermedad social que causa estragos en el intercambio cultural. Según Leopoldo Zea, es el resultado de la creencia de que la propia cultura es superior a las demás y que debe imponerse frente a las otras si se desea la evolución de la especie. Un ejemplo histórico de intolerancia puede ser el nazismo.