La cruz de Santa Brígida es una cruz de tamaño pequeño que está fabricada con juncos. Está compuesta por cuatro brazos que están atados entre sí que forman un cuadrado en el centro. En algunos casos, también hay versiones de tres brazos que se utilizaron en la antigüedad.
La cruz de Santa Brígida tiene su origen en la época pre cristiana. Se relaciona principalmente con la cruz solar. Surgió en Irlanda, pues esta santa es una de las principales patronas espirituales de ese país.
Las cruces se realizan el 1 de febrero, que es el día de Santa Brígida y en las puertas de las casas o en las ventanas, es costumbre colocar una de ellas como ornamento. Esto se realizaba y aún hoy en día es costumbre para proteger la casa de cualquier mal. Dicha festividad antes era un festival pagano llamado Imbloc que era el que daba comienzo a la primavera.
Otra interpretación que tiene la Cruz de Santa Brígida consiste en ver a los brazos como la señal de las cuatro estaciones. También era considerada como un símbolo representativo del sol porque estaba asociada con la diosa Brigit quien tenía tributos solares. Esta última era una diosa celta que representaba tres diferentes aspectos de la mujer, es decir una madre amorosa, una anciana muy sabia y también una doncella que conservaba su virginidad.
Origen de la Cruz de Santa Brígida
Esta cruz tiene su origen en la cultura celta la cual es mucho más antigua que el cristianismo. La cruz hecha de juncos es probable que descienda de un símbolo pagano. El significado original de la misma nos indica que dicho símbolo protege a la casa del fuego. Si bien esto no tiene mucho que ver con la historia de la santa como tal, podemos inferir que se trata de una tradición que aún hoy en día perdura.
Es por esta misma razón que esta cruz tejida con juncos se convirtió en algo tradicional en el país así como también lo es el arpa y el trébol.
En cuanto al cristianismo, se sabe que la cruz tiene una historia muy interesante, pues Brígida estaba tejiéndola mientras que su padre se encontraba moribundo. Al verla, a gracia de Dios descendió sobre él y le pidió a su hija ser bautizado. Cabe destacar que los juncos siempre estaban diseminados por el piso, pues absorbían el calor y además permitían mantener el lugar muy limpio.