Los verbos regulares e irregulares se emplean para expresar acciones o reacciones que uno o más sujetos llevan a cabo. Cualquier idioma requiere de una estructura verbal en la que estos vocablos son necesarios y que se emplea para referirse a los diferentes tiempos, es decir al presente, al pasado y al futuro. Esto, en resumen, significa que cada idioma tiene sus giros particulares en lo que respecta a los tiempos y a las formas verbales.
Cada uno de los diferentes tipos de verbos tienen una forma llamada ‘primitiva’ que se conoce como infinitivo. Los verbos en infinitivo son aquellos que termina en ‘ar’, ‘er’ o ‘ir’ y sirven para darles entidad propia como puede ser “bailar”, “comer” y “salir”, por ejemplo.
Cabe destacar que los verbos en infinitivo son similares a los gerundios y a los participios en su forma no personal. Esto ocurre porque no requieren de los pronombres personales para tener entidad tales como yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos al ser utilizados.
Los verbos se conjugan de acuerdo al tiempo en el que se expresan: presente simple, presente compuesto, pretérito imperfecto, pretérito perfecto simple, futuro perfecto o pluscuamperfecto, entre otros. Las raíces de los verbos cambian de acuerdo al tiempo y al modo.
Tipos de verbos regulares e irregulares
Tanto los verbos regulares como los irregulares pertenecen a algún grupo dentro de los verbos en infinitivo que son los que nombramos con anterioridad y que finalizan con ‘ar’, ‘er’ e ‘ir’.
Los verbos regulares mantienen su raíz o lexema al ser conjugados. Por ejemplo, el verbo saltar, tiene su raíz en “sal” y se mantiene siempre igual sin importar cuál es el tipo de conjugación. Su desinencia o morfema, que en este caso es “tar”, cambia al ser conjugado: saltaré, saltarás y salté, por ejemplo.
Por otro lado, los verbos irregulares son aquellos que cambian en su totalidad, tanto en la raíz como en el morfema . Un ejemplo concreto es la palabra dormir, pues el verbo se puede conjugar en los diferentes tiempos y cambia completamente: duermo y dormiré. En conclusión, el lexema se mantiene siempre igual en los verbos regulares y se modifica todo o en parte en los verbos irregulares.
La diferencia tan notable entre los verbos regulares e irregulares ocurre debido a que en ningún idioma existen estructuras que sean fijas sino que van cambiando a medida que las personas lo necesitan.
Los verbos regulares son más sencillos de conjugar ya que tienen la misma raíz y solo se modifica el morfema de la palabra. En cambio, los verbos irregulares no tienen ningún tipo de similitud entre sí cuando son conjugados pues la palabra cambia por completo al utilizar los diferentes tiempos verbales. Esto puede provocar errores en la persona cuya lengua materna es diferente y está aprendiendo a hablar un determinado idioma.
Ejemplos de verbos regulares e irregulares
Verbos regulares
amar, comer, trabajar, aprender, vivir, beber
Verbos irregulares
caber, contar, oler, poner, oír