La frase “hablar por boca de ganso” se utiliza para expresar que alguien habla y habla pero no dice nada que valga la pena sino que se dedica a repetir lo que otros ya han expresado en la misma conversación. Se trata de un refrán muy utilizado en los países de habla hispana para expresar que un diálogo no va por buen camino puesto no se está tratando el tema principal de forma razonable.
Un refrán es, por su parte, una sentencia tradicional que se ha transmitido de generación en generación entre los miembros de una cultura y cuya finalidad es ofrecer enseñanzas y prevenir acerca de las consecuencias que ciertas acciones pueden provocar. En el caso del refrán que estamos analizando aquí, el consejo apunta a indicarnos que si hablamos repitiendo lo que otros ya han dicho en la misma conversación, no llegaremos a buen puerto, perderemos el tiempo y no resolveremos nuestras diferencias.
Refranes con gansos
En el diccionario de Covarrubias podemos encontrar una explicación bien detallada sobre este refrán. Se nos comenta en primera instancia que su significado está vinculado a la repetición de las palabras que otra persona ha dicho recientemente, como los gansos (que en cuanto uno empieza a cantar, lo hacen todos). A su vez, encontramos otros detalles, como el que nos permite descubrir el significado que el nombre de estos animales tenía en la época clásica.
Gansos era en una época la forma en la que se denominaba a los ayos que criaban a los niños, por esa costumbre de sacarlos a pasear haciéndolos marchar por delante (como hace la mamá ganso con sus polluelos). Posteriormente comenzó a hacer alusión a la costumbre de repetir automáticamente frases y enseñanzas ajustadas a los criterios convencionales, guiando a los niños hacia el terreno ideológico que ellos representaran.
En el diccionario de Iribarren, por su parte, encontramos una frase parecida que reafirma la explicación de Covarrubias: “hablar por boca de ayo” y que hace referencia a cómo aprenden los niños: repitiendo lo que dicen sus maestros y tomando como propias sus expresiones, las cuales utilizan posteriormente para aleccionar a sus pares.
Cabe señalar también que el ayo o pedagogo era una persona cuya responsabilidad residía en educar a los niños, generalmente compartían con ellos todo el tiempo (como las institutrices), por lo que podían enseñarles todo acerca del comportamiento en las diferentes facetas de su vida. Su función era pedagógica aunque en general hacían uso de la rigidez y el dogmatismo, imponiendo una forma de entender la vida que se basaba en la enseñanza de enciclopedia (conceptos aprendidos de memoria pero sin interiorizar de verdad los valores que representan). Otro dicho que podría vincularse con este es “la risa abunda en la boca de los gansos”, que sirve para referirse a aquellas personas que se ríen por cualquier cosa, de forma tonta y sin motivos reales.